viernes, 26 de octubre de 2012

Mas yo me libro del dolor


El río sopla fuerte por los valles anaranjados de nuestra infancia, va vertiendo su color interior como una gota de vino, va perdiendo el color tras la turbia inflorescencia de sus últimos momentos de vida y, dolorosa y lentamente van cayendo sus pétalos que cuando tocan el suelo son un recuerdo más, pisado pero clavado en el pie de tu camino como una espina de rosa, que tu insensibilidad te permitirá ni darte cuenta que allí quedó y que la llevarás por siempre. Mas yo me libro del dolor sabiendo que ha terminado aquel esplendor, y quizás algún viento dorado sople la última hoja verde de nuestra pretérita y hermosa rosa, que se fue muriendo por tu mustia negligencia.

Fernando Grécò: 26/10/12

domingo, 2 de septiembre de 2012

El viento sopla fuerte y no me alcanza


El viento de septiembre comenzó soplando fuerte. Busco pero ya no encuentro mis recuerdos que tengo de nosotros, cuando una sonrisa del alma me regalaste, cuando entre tus brazos me alzaste para hacerme volar y cuando sin esfuerzo te despediste de mi con un beso y un saludo de las buenas noches o un cuento; parece que esos momentos no hubieran sucedido porque de mi mente se fueron extinguiendo en cada noche, en cada invierno nuevo sin mirarme a los ojos desabrigados, y hoy hay tanta nieve que ni siquiera iría a buscar esos momentos a quien quizá los tenga guardados en sus cajones más lejanos, tenuemente dorados, la luna menguante que te dio el sentido y que siempre brillará por ti, la testigo de tu abrazo, la única que logró entrever tu alma cuando un día te olvidaste de tus vergüenzas. Que un día doloroso yo también al olvidar las mías pude entrever y escuchar que me querías; aunque ya lo sabía, creo que fue el único momento que te vi llorar, y descubrir que algo de mí esperabas, algo que ya no es ni será así, y que yo tampoco lo que de ti esperaba lo tendré, ni ahora ya lo esperaré.
¿De qué sirvió entre tanta nieve un día gritar al cielo y avalancharme confesando lo que siento? Tratando de derretir el frío que nos divide, aunque lo querías, ¿De qué? Si hoy el viento sopla fuerte, sopla fuerte.
Me has cuidado por pudor de abrazarme, me has ayudado, llevado, defendido, regalado, como un símbolo secundario que representaba tu interior verdadero, y alcanzaba, sí, mientras reía y jugaba, y después ya no alcanzaba, no, mientras estudiaba y cantaba, pero te entendía, comprendía tu pasado tal vez como justificación de ese vacío en el que a veces me caía pero que mi almohada amortiguaba para no dañarme, pero después ya no entendía, ya no alcanzaba de nuevo, y ¿De que sirvió avalancharme hacia tu corazón? Este viento sopla más fuerte, aún puedo hablar contigo de las noticias, de la historia del mundo y de muchas otras cosas que siguen remplazando lo que nunca hablamos, tras al mismo tiempo nuestros corazones hablan en silencio inaudito, invisible, incoloro sentimiento.
Somos como dos personas que nada tienen que ver, somos el perfecto contraste entre sí, no complementario sino opuesto, un espejo que refleja lo que uno no quiere ver de sí y se cambia de ropa, o de peinado para salir.
No me arrepiento desde la última vez que te miré a los ojos y te hablé de frente aunque no bastaba, porque grité a las montañas de tu alma un “te amo” que tímido y recíprocamente en tu eco me respondió, al cual agarré fuertemente como el manojo de la calesita en mi mano, para fundirme alegremente en la esperanza de una nueva vuelta. Y eso hoy, tal vez, me alcanza, para seguir contra este viento frío que se calmará cuando asome nuestra primavera que está tardando a la añoranza que a su vez está olvidándose de lo que sueña, de sus rencores, pero no aún de una nueva vez...

Fernando Grécò 3/9/12